Tres movimientos que deberían estar presentes en nuestra cotidianeidad, de una forma natural.
Para poder mirar en profundidad, primero tenemos que aprender a parar.
La quietud del silencio favorece que emerja lo mirado.
Una vez que se ha profundizado en la visión, tenemos que pasar a la acción y llevar lo visto a sus últimas consecuencias, a comprenderlo desde la experiencia.
Únicamente se crea desde lo realizado.