No hay mayor libertad que la que otorga carecer de necesidades.
Cuando no necesitamos cubrir nuestras carencias, nos permitimos encontrar lo que tenemos delante, que por llevar el piloto automático con una búsqueda concreta, normalmente no vemos.
Hasta que no fui capaz de estar en paz conmigo misma, no desactivé esas continuas repeticiones que la vida me iba presentando. Terminaba en situaciones que desde el principio mi intuición me alertaba sobre ellas, pero que mis miedos (soledad, fracaso, desconfianza…), no me permitían rehusar.
Al final, igualmente, todo se iba al traste, añadiendo el tiempo empleado en el dolor.
Ahora puedo elegir, desde un principio, dónde no quiero estar, porque puedo SER sin objetivos.