Nuestra percepción es quien está dando forma a lo observado. Igual que nuestra actitud frente a una circunstancia concreta, es la que crea la vivencia producida.
La belleza no está fuera de nosotros, solamente la estamos proyectando, ya que si no fuéramos esa belleza no podríamos sentirla.
Cuando nos sentemos frente a un bello paisaje que nos transmita: paz, armonía, grandeza; vamos a recoger todos esos sentimientos y darnos cuenta que ya están en nosotros, sin atribuírselos al paisaje.
Así poco a poco iremos siendo conscientes de nuestras cualidades.