La identificación es justo lo opuesto a la identidad.
El identificarte con algo, se presenta en el plano de las ideas y sencillamente resulta limitante. Al encerrarte en una forma ya establecida, siempre faltarán formas para identificar a tod@s y por eso es reduccionista.
¿Cómo podemos limitar la inmensidad que somos a una única forma cerrada? Ya en sí mismo el enunciado se cae por su propio peso, sin entrar en el detalle de que lo que «somos» no es la forma.
Frente a la eterna pregunta de ¿quién soy?, la solución no está en buscar más formas para identificarse, es el momento de empezar a hablar de identidad y no de identificación.
La identidad es lo que en verdad eres. Al no asociarse a la forma, a lo externo, te coloca en un plano muy diferente, te coloca en lo auténtico que hay en ti, en lo no tangible, en tu verdadera esencia. Te sugiere que hay un interior para experienciar, para ser creativo, para no seguir uniformado. Hay que abrirse a la abstracción y abandonar la mente concreta…
Es el momento de aprender que para que exista algo, no es necesario que previamente sea nombrado. Al ponerle nombre creemos que lo entendemos, pero no hay que ponerle nombre, simplemente consciencia.
http://www.paula.cl/reportaje/las-nuevas-categorias-sexuales/