Acabo de leer un artículo en donde se comenta, que no hay nada bello en la vejez y me ha sugerido la mirada de este viernes.
Cuando rechazas la vejez y su posible conexión con la muerte, la vida me ha hecho comprender que hay una tremenda identificación con el cuerpo, que es el único que nota el transcurrir del tiempo y sus transformaciones.
Cuando estás colocada en un lugar más profundo, te das cuenta que ahí el tiempo no tiene cabida, ahí sólo hay consciencia.
Esa consciencia no se ve afectada por nada externo y es siempre la misma.
Vivimos tan ajenos a nosotr@s mism@s, que por eso nos enajenamos con tanta facilidad por todo lo externo, cuando la única paz está en volver a nuestra identidad, a lo que verdaderamente somos, a eso que nunca envejece y que es pura vida.
