LA PEQUEÑA GRIETA, POR LA QUE LA LUZ CONSIGUE PASAR…
El otro día alguien me decía: “es que YO quiero estar donde me sienta querida”.
Esa repetida tendencia a la “zona de confort”…
Qué cuelgue, estar pendiente siempre de lo que pasa fuera, en vez de estar en armonía contigo.
En realidad, por qué no estar donde sientes que has de estar, más allá de la respuesta del entorno.
Si el entorno es (supuestamente) adverso, es porque hay algo que está destinado a enseñarnos.
Demos las gracias a esa gran oportunidad y aprovechémosla.
Las (supuestas) zorras y los (supuestos) cabrones con quienes nos encontramos, son obsequios que el universo nos envía, simplemente como exámenes de asignaturas pendientes.
Montemos un establo…
La grietas que permiten la entrada de luz y, por consiguiente, una apertura a la claridad, pueden hacernos ver que nuestros vecinos del establo se cercaron por voluntad propia. La misma que puede acotar la nuestra. No nos mimeticemos con aquellos que consideramos iguales.
La perspectiva radica en el aprendizaje, sí, pero sobre todo en la firmeza de saber que, las supuestas zorras y los predecibles cabrones, existen porque así los vemos nosotros. Así los hemos creado en nuestra mente.
Dejemos las puertas abiertas del establo .
Ciertamente las zorras y cabrones son sólo un sueño, que ellas-ellos creen vivir, mientras no despierten a su verdadero «ser».
El problema es vivir una identificación, ya sea de «zorra», Teresa de Calcuta o Mónica Bellucci, en lugar de vivir tu propia identidad.
Si te expresas desde la verdadera identidad de «SER», la mente no cabe.
¿Quién dijo que el establo tuviera puertas?
Las puertas siempre están abiertas.
Desidentificarse en cada paso, en cada suspiro…